Resulta llamativo pensar que el efecto túnel no es otra cosa que una interpretación “a posteriori” de una percepción lumínica creciente que muchas personas sufren en el momento de morir. Por ejemplo, en algunos lugares de Asia donde no existen túneles las personas dicen ser testigos tan solo de una luz que va inundando el campo visual. 
Por el contrario, en nuestra cultura las personas identifican este fenómeno con el hecho de encontrarse avanzando a través de un túnel.

¿En qué ocasiones se da?

Algunas investigaciones que intentaron reproducir este fenómeno de manera artificial mediante el aumento de dióxido de carbono en sangre y luego clamaron a los cuatro vientos haber encontrado la clave de esta cuestión olvidaron algo muy importante: el aumento de dicha sustancia provoca confusión mental, amén de la susodicha luz, mientras que en las experiencias cercanas a la muerte lo que ocurre es exactamente lo contrario: hiperclaridad, hasta el punto que las personas que sufrieron esta experiencia presentan serias dificultades para poder expresar y verbalizar, una vez recuperadas, la riqueza de la misma, fenómeno que se conoce como inefabilidad.

¿Cuántas probabilidades hay de experimentar esto?

No es menos cierto que no todo el mundo no solo no experimenta experiencias cercanas a la muerte sino, obviamente, tampoco la luz tuneliforme. Podríamos decir que entre un 10 y un 20% de las personas que se recuperan expresan esa cuestión. Tampoco podemos olvidar que siempre nos referimos a aquellos que sobreviven, constituyendo un profundo misterio lo que sucede con aquellos otros que nunca retornan.


¿Cómo lo describen las personas que lo mencionan?

Durante la estancia en el túnel también suelen presentarse fenómenos auditivos en forma de zumbidos un otro tipo de sonidos no identificados. Otros, por el contrario, son capaces de percibir alguna especie de melodía.

El transcurso por esta especie de túnel es, en ocasiones, un tanto accidentado. Algún paciente me refirió ser ayudado en su avance hacia la luz por manos invisibles que parecían agarrarlo sutilmente para facilitar el tránsito hacia mejor vida. Otras personas relataron que su sensación era más bien de “caída” un tanto vertiginosa mientras se deslizaban por ese vórtice a gran velocidad. En cualquier caso, las sensaciones no suelen ser desagradables, de manera que quien vivió esta experiencia no suele tener temor a enfrentarse a la muerte en una próxima ocasión.

El túnel parece estar ahí, esperando a drenar nuestras consciencias al final de nuestras vidas para encontrarnos con otra realidad. Mientras tanto, disfrutemos de esta vida.
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