Mientras en la Universidad de la Columbia Británica, en Canadá, se analizaban las utilidades cognitivas del mítico tablero Quija, en su homóloga de Virginia, en EEUU, dos investigadoras lograban resultados sorprendentes en su exploración de las potencialidades mediúmnicas de una veintena de personas. Ahora, la organización filantrópica John Templeton Foundation ha becado con 5 millones de dólares al filósofo John Martín Fischer para poner en marcha el Proyecto Inmortalidad, una ambiciosa iniciativa que actualizará con nuevas investigaciones la cuestión de la supervivencia tras la muerte.


Se podría decir que al prestigioso profesor de filosofía John Martín Fischer, de la Universidad de California Riverside, UCR, le ha tocado la lotería. Considerado una autoridad mundial en el abordaje de peliagudos aspectos como el libre albedrío y la metafísica de la muerte, a finales del pasado mes de julio fue becado por la organización privada John Templeton Foundation con cinco millones de dólares, que irán destinados a la investigación y debate multidisciplinar de la posible supervivencia tras la muerte física. “A lo largo de la historia la gente ha estado pensando en la inmortalidad. Tenemos una profunda necesidad humana de entender lo que nos sucede después de la muerte. 

Gran parte del debate ha estado en la literatura, sobre todo en la fantasía y en la ciencia ficción, y en la teología en el contexto de un más allá, del cielo, infierno, el purgatorio y el karma. Nadie ha ofrecido una mirada integral perdurable de la inmortalidad que reúna a la ciencia, la teología y a la filosofía”, explica Fischer. Pero las cosas parece que pueden cambiar y esos cinco millones de dólares a emplear en tres años en el Proyecto Inmortalidad pueden contribuir a actualizar las reflexiones filosóficas sobre la gran incógnita de la supervivencia y a desarrollar las investigaciones sobre asuntos como las ECM. 
“Los informes anecdóticos de las experiencias cercanas a la muerte, experiencias fuera del cuerpo y sobre vidas pasadas son abundantes, pero es importante someter a estos informes a un análisis cuidadoso”, según Fischer. “Vamos a tener mucho cuidado en la documentación de las experiencias cercanas a la muerte y otros fenómenos, tratando de averiguar si estos ofrecen atisbos plausibles de un más allá o son ilusiones biológicamente inducidas. Trataremos de averiguar qué está pasando allí – lo que es prometedor, lo que es una tontería, y lo que está desacreditado científicamente, matizó Fischer.

NUEVAS EVIDENCIAS SOBRE LA MEDIUMNIDAD

Uno de los más interesantes, recientes y reveladores estudios sobre el controvertido fenómeno de la mediumnidad fue llevado a cabo el pasado año por Emily Williams Kelly y Dianne Arcangel. Lo curioso y al mismo tiempo paradójico de esta nueva y bastante desconocida investigación es que aunque aporta pruebas bastante definitivas a cerca de la autenticidad de los fenómenos por ellas estudiados, no es por el contrario definitivo con respecto a si estos hallazgos son en sí mismos una prueba de un proceso no ordinario de comunicación de los sujetos participantes como sería la percepción extrasensorial (PES) (clarividencia, telepatía…), o por el contrario, de su genuina condición de médiums capaces de comunicarse con personas fallecidas. O lo que es lo mismo, la acertada información obtenida mediante la llamada técnica del reading, ¿era dictada al médium por la persona fallecida o extraída por el dotado de la mente del familiar? El debate no es ni mucho menos nuevo en parapsicología, y parece acertado pensar que los investigadores seguirán teniendo muy difícil el ser capaces de desarrollar un protocolo capaz de aislar el factor PES en este tipo de estudio, máxime cuando ya les resulta bastante arduo el descartar otros factores co
mo el fraude, la lectura en frío, la sobreinterpretación de divagaciones vagas o el propio azar en el rango de posibles explicaciones. Tal vez por eso resultados como los obtenidos por la Dra. Williams Welly, de la División de Estudios de la Percepción de la Universidad de Virginia, y la ex capellán, terapeuta y directora en Houston del Elisabeth Kubler-Ross Center, Dianne Arcangel, hayan sido acogidos con tanto entusiasmo tras ser dados a conocer en enero pasado en las páginas de la revista médica The Journal of Nervous and Mental Disease.

El artículo publicado bajo el discreto título de Una investigación sobre médiums que pretenden dar información sobre personas fallecidas describe dos estudios exploratorios con resultados desiguales. En el primero participaron cuatro médiums y una docena de familiares de personas fallecidas receptoras de las lecturas mediumnicas, con un balance que no se desvió significativamente de la media, aunque obteniendo un “acierto” menos de lo esperado. Por el contrario en el segundo experimento nueve médiums y cuarenta familiares-cuidadores arrojaron resultados conjuntos bastante sorprendentes.

ASOMBROSOS READING

La técnica usada por los médiums reclutados es conocida como reading o lecturas y en los últimos años se ha popularizado gracias a personajes tal mediáticos y controvertidos como la efectista Marilyn Rossner o la televisiva Anne Germain, así como en series afines a una interacción entre familiares y fallecidos como Entre Fantasmas y Medium, inspiradas en el trabajo de las canalizadoras Mary Ann Wintkowski y Allison DuBois respectivamente. 

Tanto en la ficción como en la realidad el médiums es capaz de poner en contacto a las personas con sus familiares fallecidos, aportando información tan personal y detallada, con apuntes en ocasiones desconcertantes, que sólo serían factibles de haberse dado ese contacto con el más allá…o en su defecto haber leído en la mente de los consultantes.

La necesidad de arrojar luz sobre un tema tan comercial, que sirva de orientación a las familias que acuden a esos servicios en buscar de consuelo durante el duelo, es una de las dos razones esgrimidas por las autoras de este estudio para llevarlo a cabo. La segunda razón está directamente relacionada con la relación mente-cerebro y la prevalencia o no de estados disociativos que favorecen el afloramiento de las facultades PSI, algo que parece demostrado en la investigación parapsicológica. 

“Ayudarnos a comprender mejor las condiciones psicológicas que son más propicias para que los médiums modernos tengan éxito en sus lecturas fue la segunda razón, en la medida en la que a diferencia de los de épocas pasadas, los mediums modernos no entran en un estado de estado alterado de conciencia o trance para realizar sus comunicaciones”, explican Kelly y Arcángel.

En el segundo de los estudios cada uno de los cuarenta cuidadores facilitó una fotografía del familiar con el que deseaban contactar a los médiums reclutados, a través de las investigadoras, que a su vez las remitieron por correo a los sujetos para evitar tener contacto directo con ellos. Dos de los médiums realizaron seis reading-lecturas cada uno, mientras que cada uno de los siete canalizadores restantes realizó otras cuatro, completando así las cuarenta lecturas que fueron grabadas telefónicamente y posteriormente transcritas. Ni médiums ni cuidadores se conocían ni tuvieron contacto en ningún momento. Tampoco era posible conocer el momento ni el orden en el que los médiums harían sus lecturas. Una vez recogido el material, cada familiar recibía su lectura personal junto a otras cinco lecturas reales del resto del grupo seleccionadas de forma que tuvieran un mismo perfil de edad y sexo, lecturas de las que habían sido eliminadas referencias al aspecto físico y otros detalles deducibles de la observación de las fotos proporcionadas, de manera que el familiar no pudiera relacionarla con su imagen. Debía evaluar cada una de 0 a 10 en función de la menor o mayor personalización, así como identificar la que consideraba que correspondía a su ser querido, es decir, el mensaje personal transmitido por su familiar.

Los investigadores recibieron 38 conjuntos de identificaciones, obteniendo nada menos que 14 aciertos directos, una cifra muy lejos del azar, del orden de 3.89 (p 0,0001) Igualmente significativo fue que otras 7 lecturas fueron elegidas como segunda opción, o que 30 del total estaban clasificadas por encima del rango medio de las calificaciones. No se encontró variación en función del cuidador-mediador y se pudo identificar además a un médiums especialmente dotado, con seis aciertos de seis lecturas.

NUEVAS VÍAS DE INVESTIGACIÓN

A pesar de la rotundez de los éxitos obtenidos (ver recuadro) las autoras de esta investigación se muestran cautelosas con respecto a los mismos. En un ejercicio de sana autocrítica sostienen que se hace necesario depurar más el protocolo usado, y en especial, valorar con mayor profundidad el nivel de información obtenible por parte del médium a partir de la fotografía suministrada, especialmente en lo relativo a la personalidad de los fotografiados. 

No obstante, el grado de detalle y la aportación de datos ajenos por completo a las fotos, van en apoyo de la validez del sistema usado y de las precauciones adoptadas por las expert
as. También apuntan a las dificultades que para el desarrollo del fenómeno mediúmnico pueden tener las condiciones de laboratorio por ellas usadas, en las que no había contacto entre los sujetos y los familiares y por tanto la interacción estaba anulada, circunstancia a la que los médium estudiados se enfrentaban por vez primera.

“Tales condiciones artificiales, tan necesarias para una adecuada evaluación de la mediúmnidad, podrían inhibir importantes condiciones psicológicas favorables a las lecturas con éxito, con independencia de que se postule el origen de la información precisa en una persona fallecida o en un proceso no ordinario de comunicación”, explican en su estudio.

Difícilmente la reflexión final del estudio puede resultar más elocuente y consecuente con los objetivos perseguidos, un auténtico llamamiento a la cordura tanto para creyentes como para críticos, ante un fenómeno que debe ser tomado en serio y focalizar nuevas investigaciones ante la pujanza con la vuelve a emerger en la sociedad occidental. “Esperamos que este estudio permita mostrar a los lectores que los médium no son oráculos infalibles, como mucha gente de a pie suele creer, ni tampoco fraudes o impostores como asumen muchos científicos”

JOSE GREGORIO GONZÁLEZ

Lejos de lo que pueda parecer, el tema de la inmortalidad no se reduce al debate filosófico, a las especulaciones religiosas o a las limitaciones biomédicas que es necesario sortear para alcanzarla, sino que, como ha venido demostrando el Proyecto Inmortalidad en su primer año, puede ser contemplado desde los ámbitos más dispares. 

En junio de 2014 el equipo de John Martin Fischer y la Universidad de California dieron a conocer los diez proyectos de investigación científica que finalmente serán financiados con cargo al Proyecto Inmortalidad, una decena de propuestas que se repartirán 2,3 millones de dólares y que han sido seleccionadas entre las 75 candidaturas presentadas.

Entre los afortunados se encuentran los investigadores de la Universidad de Barcelona Mel Slater y María V. Sánchez-Vives, quienes cuentan con una dilata experiencia en aplicar técnicas de realidad virtual al campo de las neurociencias, herramienta tecnológica que aplicarán para estudiar el efecto en el comportamiento y en las creencias de la vivencia virtual de la mortalidad y la supervivencia. 

Sam Parnia y su investigación hospitalaria sobre la conciencia y los procesos mentales en situaciones de paro cardiaco también se encuentra entre los afortunados, al igual que Shahar Arzy, de la Universidad Hebrea de Jerusalén, quien centrará su trabajo en evaluar las causas y efectos del “juicio” o revisión vital que comunican muchas personas que han vivido experiencia arcanas a la muerte.

Los promotores de esta iniciativa financiarán también una investigación sobre la capacidad de la hidra para replicar sus células de forma indefinida sin deterioro, a desarrollar por Daniel Martínez del Pomona College de Claremont, California; la evolución de las creencias en la inmortalidad en las comunidades chinas occidentalizadas; las consecuencias en el mundo real de la relación entre la moral y la inmortalidad; o la variabilidad del miedo a la muerte en las culturas cristianas, hindúes y budistas en función de su creencia en una vida postmortem.

Los equipos financiados tendrán un año para presentar sus conclusiones preliminares en una conferencia pública, a partir de lo cual arrancarán otros proyectos de investigación con enfoques teológicos y filosóficos que serán expuestos en 2015.

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