Los moais, esas gigantescas estatuas de piedra de la Isla de Pascua, constituyen la expresión más importante del arte escultórico Rapa Nui y se han convertido en su seña de identidad.

 No obstante y a pesar de su abundancia, hay alrededor de 600 moais distribuidos por toda la isla y 397 en la cantera de Rano Raraku, todavía hay muchas preguntas sin resolver en torno a estos gigantes de piedra.

Aunque la tradición oral cuenta que fueron Hotu Matu’a o los siete exploradores que llegaron antes que él, los que llevaron a la isla el primer moai, la idea más aceptada es que fueron los primeros pobladores polinesios los que empezaron a esculpir la piedra una vez establecidos.

Estos gigantes de piedra fueron hechos por los Rapa Nui para representar a sus ancestros, gobernantes o antepasados importantes, que después de muertos tenían la capacidad de extender su mana (poder espiritual) sobre su tribu, para protegerla.

Las estatuas de Isla de Pascua fuero esculpidas, en un principio, en basalto, traquita y escoria roja, pero pronto se prefirió la roca volcánica procedente de la cantera de Rano Raraku. En sus inicios los moais eran pequeños, con las cabezas anchas y las orejas cortas, pero poco a poco el dominio de la técnica fue estilizando las esculturas hasta llegar a los torsos largos y cabezas rectangulares con nariz larga, labios delgados y orejas alargadas, cuya imagen es tan característica. Además, con el paso del tiempo las esculturas fueron aumentando su tamaño a proporciones que se cree hubieran sido imposibles de transportar.

Los maestros talladores esculpieron la piedra con cinceles de basalto u obsidiana y se calcula que un equipo de escultores podría tardar 2 años en terminar un moai grande. Primero se esculpía la parte frontal con todos sus detalles excepto la cuenca de los ojos. Luego se cincelaba la espalda para desprender la estatua de la roca madre, ponerla en pie con la ayuda de cuerdas y colocarla dentro de unas fosas preparadas de ante mano.

Una vez de pie, se terminaba el tallado de la espalda y el moai quedaba listo para tomar uno de los cuatro “caminos de moai” que lo conduciría al ahu (altar) al que estuviera destinado. Aunque muchas teorías se han planteado al respecto, el traslado de los moais es todavía el mayor misterio sin resolver de la Isla de Pascua.

Una vez que el moai era instalado en su ahu, se le tallaban las cuencas de los ojos y, en una ceremonia ritual, se le colocaban los ojos fabricados con coral blanco y escoria roja; recién en este momento se consideraba que el mana del moai podía proyectarse sobre su tribu. Finalmente se le colocaba sobre la cabeza un enorme cilindro de escoria roja llamado pukao. El significado del pukao es ambiguo, por una parte se cree que representaba la jerarquía de la tribu y por otra que simbolizaba el cabello largo y recogido en un moño que usaban los isleños.

La altura promedio de un moai es de 4 metros. No obstante, en la costa norte de la isla se ha encontrado uno que mide cerca de 10 metros y tiene un peso aproximado de 82 toneladas. Además, en la cantera, y aún adosado a la roca, está el moai más grande, con casi 22 metros de largo y cuyo peso se calcula entre unas 250 y 300 toneladas.

Aunque la mayoría de moais son representaciones masculinas, precisamente porque se cree que casi todos los jefes fueron hombres, hay que destacar que existen aproximadamente unos doce moais que presentan rasgos femeninos, como pechos bien pronunciados o vulvas esculpidas.

Uno de los moais mejor conservados, esculpido en basalto, es el conocido como Hoa Hakananai’a que se encuentra en el Museo Británico. Este moai muestra en su espalda toda la simbología de las creencias Rapanui.

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